REFRACCIONS DE CONCHA MILLA

Refraccion

El pasado jueves pude disfrutar de una buena pieza teatral en la Sala Flyhard de Barcelona, una productora teatral, con sala propia en la que se realizan producciones propias a partir de textos de dramaturgos catalanes contemporáneos. Un proyecto novedoso, interesante y necesario para que el teatro, como acto creativo y/o espejo-crónica de la sociedad alejado de las corrientes (empresas) oficiales promocionadas desde los órganos de poder, no muera en el adocenamiento que proponen las empresas que dominan el cotarro.

Presentada la Sala Flyhard, animándoos a que os acerquéis y disfrutéis de su programación, paso a hablar de la obra de Concha Milla, que lleva muchos años en este mundillo, tanto en el escenario como detrás del telón y que ahora debuta con un texto teatral que además dirige: Refraccions. Un buen texto, inteligente, sencillo, irónico, con una progresión dramática correcta, y en el que, a mi modo de ver, se aprovecha de su conocimiento del público como actriz y directora. Digamos que intuye de qué manera y cómo va a reaccionar el público, y eso ha influido en la confección del texto, cosa que no es mala, pues da pie a un espectáculo entretenido, solvente, ágil y en el que se dice lo que se tiene que decir sin aspavientos ni ataques autorales innecesarios. Puede que el texto no sea perfecto, pero es un buen texto, un texto que muchos autores de hoy en día suspirarían por escribir, que muchos actores querrían interpretar y muchos directores dirigir, y eso, que no es perfecto. Es más, la impresión que me dio, es que corrige cosas conforme realizan más funciones.

Sobre la actuación, me pareció muy buena. Los actores, Sergio Matamala y Alicia Puertas, cumplieron a la perfección en los cambios de registros exigidos por la obra, no solo en el plano dramático, también en el plano naturalista-actuación-sobreactuación.  Cuando han de actuar actúan como personajes, cuando han de ser naturales, como actores que interpretan un personaje, lo son, y cuando han de sobreactuar como actor que interpreta un arquetipo, cumplen. No sé si se puede pedir más a un trabajo actoral. Yo, como público, disfruté de su trabajo y de su técnica.

En cuanto a la puesta en escena me pareció funcional y efectiva, que no efectista, con toda una serie de aspectos, atrezzo, a su alrededor que cumplía perfectamente su función dentro de la obra, un obra que analiza las relaciones de pareja, de una manera actual y desenfadada, con referentes actuales y comprensibles para el público: Woody Allen, Breaking Bad, y comportamientos de esos que pueden sacar a relucir ese comentario de: “si eso es copiar la realidad. Está ahí, lo puede hacer cualquiera.” A lo que yo respondo: “Primero, tenga la capacidad de observar, de esta observación, discrimine y con esta discriminación presente un espectáculo visual que tenga la capacidad de llegar al público.» Eso es lo que hace Concha Milla con su texto y lo que hace el equipo de la Sala Flyhard con sus medios, tanto actorales como técnicos.

Id a verla. Os lo aconsejo, descubriréis, una buena obra y un nuevo espacio escénico.