ENTREVISTA A MARIANO RAJOY

ENTREVISTA A MARIANO RAJOY

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El otro día, emaileándome con un amigo periodista, cayó en mis manos, por error, uno de sus archivos. Al abrirlo, para mi sorpresa, me quedé alucinado con el contenido, pues entre mis manos, tenía una de las entrevistas que Mariano Rajoy había concedido a un periodista, entrevista singular, pues en ella se sincera y muestra su alma, que la tiene, sus aspiraciones y sus planes, como estadista, para con su pueblo, el español. La entrevista comienza así.

Sin ninguna esperanza de ser atendido, envié al presidente del gobierno, más bien a su despacho, una petición para que me concediese una entrevista periodística. Contra toda previsión, esta me fue concedida, a condición de que no la hiciese pública hasta transcurridos veinticinco años. Yo acepté esa condición y fui citado el pasado febrero a la residencia presidencial, en la que estuvimos dos horas. Yo preguntando y él, respondiendo amablemente a mis preguntas, por escabrosas que fuesen. No se guardó absolutamente nada, no me ocultó nada y contestó a todo. Aquí os dejo con sus palabras textuales.

(Naturalmente, yo no soy mi amigo y publico en  mi blogg la entrevista que no debía de haber aparecido hasta pasados 25 años)

B. R.: ¿Es consciente de que las políticas económicas y las medidas del ejecutivo, a nivel laboral y social están empobreciendo a las familias y enriqueciendo a unos pocos?

M. R.: Lo soy. Y permítame exponer mis razones. Mi objetivo no es enriquecer a unos pocos, como se airea en ciertos medios y sectores del periodismo. El enriquecimiento de unos pocos es un daño colateral y necesario, aunque sé que fácilmente criticable por la oposición, y que va a ser utilizado como un argumento cansino para que mi gobierno ceje en el empeño de acometer las necesarias reformas. Le voy a ser sincero, yo, no entiendo de economía, ni los ecónomos entienden de economía. Ellos aplican unas fórmulas y los mercados responden, a veces de manera imprevisible. ¿Qué le quiero decir con ello? Que la economía no me importa en absoluto. El bien económico de la nación no me incumbe, no es mi objetivo ni el de mi gobierno. Mi objetivo es la felicidad de las personas que han dejado su destino en mis manos. Mire usted, yo, viajando por el mundo he visto más felicidad en el rostro de un hombre sin nada, sentado a la ribera de un río, que en la cara de los adolescentes occidentales de países que se pueden considerar ricos y económicamente viables, y cuya población está bien atendida por sus gobiernos. ¿Sabe la tasa de suicidios en estos países? ¿Y sabe la tasa de suicidios de los países más pobres económicamente, pero con una vida espiritual, interior y familiar muy desarrolladas? Eso es la felicidad, ocuparse en el ajetreo del día a día sin preocuparse de si vamos a poder pagar esto o aquello. Eso es lo que quiero para la nación. Tasa de suicidio 0 y la felicidad que produce la pobreza económica. Para ello, convendrá conmigo en que es necesario que el capital se concentre en pocas manos. Hombres y mujeres sin igual, con un espíritu de sacrificio encomiable, dispuestos a ser infelices por la mayoría.

B. R.: En toda esta exposición usted me ha hablado de suicidios. Le recuerdo que sus medidas económicas han provocado el suicidio de varias personas.

M. R.: Eso está por ver. Estamos haciendo los deberes. Los servicios secretos, y esta es una de las razones por la que le pido que esta entrevista no sea pública hasta dentro de veinticinco años, están investigando la conexión de las muertes con una conspiración socialista. Parece ser, por conversaciones telefónicas y mensajes cifrados en internet, que los responsables de estas muertes auto inducidas, han sido los socialistas, deseosos de asaltar los mecanismos de gobierno. Para ello, no lo dude, utilizan cualquier medio, incluso la violencia contra sus propios partidarios, esos que dicen defender. Créame cuando le digo, que los responsables ideológicos de estas muertes los encontraremos entre los vocingleros que se erigen en portavoz del honrado trabajador.

B. R.: Emigración. Permítame, preguntarle por el racismo y la poca comprensión que demuestra su gobierno hacia los subsaharianos en particular y cualquier emigrante en general. ¿Por qué se emplean tan a fondo? ¿Por qué no destruyen las barreras para la creación de ese idílico paraíso espiritual que tiene en mente?

M. R.: Como estado hemos de actuar como una empresa, y es lo que estamos haciendo con el tema de las fronteras. Una selección de personal. Usted, coincidirá conmigo, en que es inevitable que la población se mezcle, incluso hasta saludable. Un negro con una blanca, una china con un aborigen americano, algo normal, en la convivencia. El objetivo de mi gobierno es cuidar ese aspecto, para que los niños, resultado de estas uniones, tengan el tono de piel correcto. Es por eso que no dejamos pasar a todos los negros, solo a aquellos que pueden garantizar un tono de piel estilísticamente adecuado y acorde con la Marca España. El tono de piel que entre por los ojos al turista, nuestro principal activo, y que le haga desear venir a nuestro país, a dejarse el dinero y disfrutar de su sol, su simpatía, sus habitantes. Comprenderá que no nos sirve cualquier negro, ni cualquier chino, ni cualquier sudamericano, ni tan siquiera cualquier europeo. Es una labor dolorosa de selección y que hemos de seguir haciendo con mano firme, aunque ello suponga críticas por parte de nuestros homónimos europeos y argumentos en manos de sediciosos y conspiradores, cuyo único objetivo es socavar nuestra esencia espiritual, aquella en que reside nuestro bienestar.

B. R.: Hablemos de política educativa.

M. R.: La gente es más feliz cuanto más ignora. ¿Usted cree que yo soy capaz de poner en las manos de uno de mis gobernados una decisión traumática? Para eso estoy yo. Yo decido por ellos, por ustedes. No voy a consentir que se encuentren en la tesitura de ser infelices por haber de tomar decisiones contrarias a las que dicta su buena conciencia. En cuanto a religión, que sé que me va a preguntar… entre usted y yo, ¿ha visto a dios caminando por la calle? Sin embargo, su “presencia” da esperanza, inspira y atemoriza a los indeseables. El peaje religioso es de importancia primordial para mantener la unidad de sentimiento frente a los acosos de los peligros del exterior, esos cantos de sirena que pregonan la igualdad, el consumo… y todo lo que ha contribuido a la destrucción de los valores tradicionales y a la infelicidad de la gente. Nuestro sistema educativo debe de recoger los valores religiosos, matemáticas básicas para atender las necesidades básicas del turista y poco más. De labores mayores ya se encargarán personas especializadas y preparadas para la ocasión con una educación elitista que ha de ser la envidia de Europa. Los recursos educativos deben de ser empleados en las personas adecuadas.

B. R.: Hablemos de la monarquía.

M. R.: Indiscutible. La institución no se toca ni se pone en duda. El servicio que cumple esa familia para el estado es encomiable e indispensable.  El equilibrio y entendimiento entre lo que deben y no deben hacer, conseguido con el esfuerzo de los años no debe caer en saco roto. Que tiene sus vicios, por supuesto. Pero esos vicios, conocidos y debidamente dosificados por nuestros servicios de información son la base de nuestro sistema democrático, tan laboriosa y primorosamente elaborado.

B. R.: Las autonomías.

M. R.: Son otro de esos males necesarios. Ello lo aprendí de Napoleón. Ni lo conocí, ni hablo con los muertos, pero el estudio de sus escritos son valiosísimos. “Cuando quieras que algo se eternice y se quede el limbo, crea una comisión.” La cita no es textual. Con toda la modestia, que me es permitida al citar a grandes hombres, la he arreglado un poco. Las autonomías son nuestras comisiones, ese molesto peaje a pagar para eternizar determinadas cuestiones que han de quedar sin resolver, permaneciendo en ese limbo por el bien de estado.

B. R.: Por lo que deduzco de sus palabras, usted cree que hay unas personas destinadas a la sumisión y un grupo de elegidos destinados a gobernar.

M. R.: Bueno, yo no lo expresaría así. Hay buenas gentes que han de ser gobernadas, y una élite que ha de sacrificarse, asumiendo su destino, que consiste en tomar las decisiones.

B. R.: ¿Esa visión de la sociedad no está reñida con la política que pretenden imponer del aborto?

M. R.: No le entiendo.

B. R.: Quiero decir que en su política no cuadran los “indeseables”, aquellos que no pueden ser absorbidos por el sistema. ¿Por qué se oponen al aborto cuando pueden impedir su nacimiento?

M. R.: Aquí hemos de hablar de intereses. Con leyes antiabortistas nos aseguramos tener de nuestra parte a las personas que interpretan los designios de dios, personas que tienen gran influencia sobre buena parte de la población. El hecho de que nazcan desviados no tiene que ser un problema. Le confesaré que todo el mundo tiene derecho a ser un desviado en la intimidad de su hogar, pero no más allá de las puertas de su casa, incluso de las de su cuerpo. Por otra parte, la sociedad siempre va a necesitar de escarmientos. Siempre. Cuando pase esta horrorosa época de lo políticamente correcto, y podamos volver a instaurar la pena de muerte, ¿usted sabe los beneficios sociales, económicos y morales que acarreará eso. Venta a canales de televisión. Hoteles llenos para ver una ejecución, mucho más si conseguimos ser el único país con pena de muerte. Control social ante la inminencia de la amenaza letal. Lecciones de moralidad baratas y económicamente rentables: “Esto es lo que te espera si vas por malas sendas.” Y por si hubiese una plaga incontrolada de reacios al sistema, ¿qué es lo que cree que hemos estado haciendo todo este tiempo? Veo que no sabe de lo que hablo. Hemos hecho algo impensable, a la vista de todos y disfrazado bajo lo que los medios han bautizado como burbuja inmobiliaria. ¿Qué habría pensado la gente, la prensa internacional si hubiésemos dicho: “vamos a hacer un programa de construcción de centros de reeducación”? El mundo entero habría elevado gritos y protestas, asediado nuestras embajadas, impuesto embargos… y sin embargo, al enmascararlo todo bajo un programa de construcción de viviendas nos han subvencionado los futuros campos de reeducación de disidentes. Donde usted ve un bloque vacío, una urbanización en desuso, un polígono sin industrias… yo veo futuros campos de reeducación financiados con dinero público.

B. R.: ¿Me está hablando de campos de exterminio?

M. R.: ¡Qué puntilloso con el lenguaje! Reeducación de disidentes. Las futuras generaciones de españoles me lo agradecerán, ya verá. Bueno, creo que ya le he concedido mucho tiempo y le he contestado a todo. Recuerde, no puede publicar nada de esto hasta pasados veinticinco años.

Como ya habrán supuesto, esta entrevista es falsa, una ficción. Sabemos que personas como Mariano Rajoy y nuestros gobernantes, altamente cualificadas y con gran probatura moral, son incapaces de conducirnos a una pesadilla como la descrita en esta ficticia entrevista.

Doy las gracias, a Benjamín Recacha por su amable colaboración, y una vez más, aprovecho para aconsejar la lectura de El viaje de Pau, del que próximamente habrá un acto de presentación en la Biblioteca Pompru Fabra de Mataró.