HOMBRES VIOLENTOS
Me gusta el western. Es uno de mis géneros preferidos, supongo que por las mismas razones por las que le gusta a gran cantidad de gente. El western es un género que ha encontrado un territorio mental en nuestro inconsciente colectivo, que forma parte de ese universo común a todas las culturas, que lo habilita para explicar historias de contenido universal. Esa función que en su día cumplieron los grandes ciclos épicos de varias culturas, pasando por las novelas de caballerías y que actualmente se disputan la novela épica con tintes medievales, las sagas galácticas y el universo de súper héroes del cómic que pueblan las pantallas. Son historias poderosas por su sencillez (en ocasiones aparente), la resolución violenta de los conflictos, la lucha entre conceptos opuestos…
Cada western que veo me llama la atención, por una u otra razón, sean de la nacionalidad que sean. Hay uno que suelo ver una vez al año y que me llama poderosamente la atención, The volent Men (Hombres violentos), de Rudolph Maté, gran director de fotografía que realizó, con mayor o menor fortuna, una treintena de films como director. Hombres violentos fue uno de sus mejores trabajos, tal vez el mejor, en su aventura como director. Un buen elenco de actores y técnicos que llevaron a buen puerto un guión sólido y bien construido. Lo que me llama la atención de esta historia es el personaje principal, que cumple con los cánones del western de los cincuenta. Hombre experimentado y de pasado violento que quiere rehacer su vida pacíficamente. Personaje atractivo a los parámetros culturales y metáfora de una sociedad. La historia, como tantas del género, transcurre tras la guerra civil estadounidense, y se centra en los conflictos entre grandes terratenientes y pequeños propietarios. Nuestro protagonista se ve envuelto en una historia de violencia, cosa que odia, y que según algunas tradiciones, es característico de varios de los líderes de la guerra civil que dividió al país. No me voy a extender sobre ello, tampoco destriparé la historia; solo voy a hacer una referencia al hecho que me llama la atención del film. El protagonista, para enfrentarse a sus oponentes, deja que quemen y saqueen su propiedad. Este acto del protagonista, que tiene su correspondencia en muchos acontecimientos históricos, me llamó poderosamente la atención desde la primera vez que vi el film.
El otro día, leía un artículo del profesor Navarro (http://www.vnavarro.org/?p=10000&lang=CA) en que hablaba de cómo se había deteriorado el sistema educativo sueco. Al subir los conservadores, desviaron recursos de la pública a la privada. Ello contribuyó al deterioro del sistema educativo, ya que la privada está para obtener beneficio. Más alumnos por aula, menos recursos educativos por alumno, menos educadores, maestros pedagogos. ¿Les suena de algo esta historia? Lo bueno del caso es que la clase dominante aceptó este deterioro que repercutía sobre sus propios polluelos, todo por alejar de las aulas y separar de sus vástagos a los hijos de las clases populares. Lo importante no es la educación y que los puestos los ocupen los más preparados, en justicia. Lo importante es que a los lugares de decisión solo puedan acceder los que tienen el dominio económico y que los hijos de los obreros acepten su lugar en la sociedad. La comparación con el héroe de la película que he referido es evidente. Pero mi pregunta es: ¿Cuánto nos lamentaremos, en un futuro, la clase trabajadora por no actuar, hoy, como el héroe del film en cuestión?